Alimentar a 5.000 por Joshua Host
Como seres humanos, nuestra experiencia colectiva durante la pandemia abarcó toda la gama de tragedias y triunfos. El 19 de marzo se nos ordenó cerrar y refugiarnos en el lugar. A los pocos días sonaron con fuerza las primeras voces del hambre y la inanición acechaba los rostros de los vecinos. A falta de claridad, la generosidad puede ser la luz brillante que despeje las nubes.
Organizamos una recaudación de fondos que produjo recursos para distribuir más de 12.000 libras de alimentos a familias en riesgo de inanición durante las órdenes de refugio en el lugar.
Imaginen las caras de alivio, que no tenían esperanza y por gracia y buena voluntad sus plegarias fueron escuchadas. La respuesta fue alentadora. A medida que llegaban las ampliaciones de la cuarentena, también lo hacían nuestras distribuciones. La comunidad rebosaba buenas vibraciones y un sentimiento de esperanza.
Entonces, una noche, llegó el huracán. Dos grandes árboles represaron el río y la crecida resultante derrumbó los muros del complejo. Los caballos flotaban, los animales estaban frenéticos. Mesas y sillas arrasadas. Los árboles cedieron y el nivel del agua bajó, dejándonos 15 centímetros de barro y residuos. Cuando amainó la tormenta, encontramos a nuestros vecinos reunidos delante. Habían venido a ayudarnos a reparar el hotel. Habían venido a devolver el favor.
La vida tiene una hermosa forma de convertir la tragedia en triunfo, de conectar a los seres humanos a través de la lucha compartida. Todavía hay una tremenda incertidumbre que nubla el aire, pero nuestra misión sigue siendo ardiente. Proporcionar a los huéspedes una experiencia que les cambie la vida, para que podamos contar la verdadera historia de El Salvador.